13 diciembre 2006

Malditos sean los que justifican al asesino

El Dulce Porvenir
Los que me conocen bien me habrán escuchado más de una vez, con un puntito de amargura, mi sensación de hombre sin patria, de una carencia de sentimiento al terruño. Siento a los lugareños, pero no al lugar.
El día que Garzón ordenó la detención y extradicción de Pinochet experimenté algo parecido a lo que sospecho que es el patriotismo.
Al original, sólo añado: "nunca lo había sentido; no le he vuelto a experimentar".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenas,

Gracias por tu comentario. Creo que me pasa igual. A mí me da mucho respeto usar la palabra patria o patriota, porque al igual que la bandera, en este país, se la han apropiado unos cuantos, excluyendo al resto. Por eso no me siento demasiado vinculado al imaginario tradicional de Lo Español.

Me siento más bien apátrida, pero no un apátrida convencido. En cambio, algunas actitudes, como la de Garzón con Pinochet o la aprobación del matrimonio entre homosexuales me reconcilian con este país (evidentemente es sólo una parte del país, pero aquí cada uno elige la parte con la que se identifica).

1 saludo