Los guipuzcoanos, tan tímidos nosotros, entendemos el comienzo de año como una excusa para cambiarnos el traje gris por blancos delantales de cocineros, por emular a pretéritos gitanos y luego de cualquier cosa antes de la cuaresma. No tiene mucho sentido que el resto del año vistamos, y nos comportemos lo más estándar y aburrido posible. No tiene mucho sentido, pero es así.
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